viernes, 22 de febrero de 2013

Expiación






Sueño con una roca de basalto que emerge de un río torrentoso. En el centro está ella, su cuerpo de arena tiembla, me implora. Intuyo que el sacrificio es inminente y la piedra se volverá roja, entre los remolinos del río que brama. El miedo y el grito, quizás, aplaquen a algún espíritu malévolo.


El brazo ejecutor se eleva, es mi brazo y no lo es, no lo dirijo, no quiero hacerlo, no con ella: pálido lucero que se apagará de golpe.


El agua entona un canto fúnebre, mientras el sol desciende. Es la despedida; nuestros ojos se encuentran sin palabras. Los de ella son un espejo del agua, del cielo anochecido y tienen la serenidad de la entrega.  Los míos, en cambio, se abisman, se agrietan, húmedos de pena, de soledad y culpa. El deber llama y mi brazo baja, implacable, certero. 

Despierto con las manos cubiertas de sangre. 

©  Mirella S.   — 2012 —  



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